miércoles, 11 de mayo de 2011

El valor de la humildad


Quiero contarles una anécdota que me ocurrió hace algunos años y que hace algún tiempo compartí también con aficionados de mi equipo, con la cual pretendo abordar un importante concepto: la humildad.

Se llama Milton Queiroz y en el ambiente futbolístico lo conocíamos como “Tita”. Uno de los mejores goleadores que de Brasil han llegado a nuestro país.
En aquel año que lo conocí personalmente (1995) trabajaba yo los fines de semana en el Hospital para el niño Poblano. A mitad de semana hubo una visita de los jugadores de la franja para convivir con los niños hospitalizados y darles de esa forma un rato de esparcimiento y momentáneo alivio a sus pesares.
Recuerdo que entre los muchos chicos que en ese tiempo recibían atención médica, había un pequeño que padecía leucemia y que miraba en los jugadores de la franja a los héroes de sus sueños, y de manera muy especial a Milton Queiroz “Tita”, quien después de convivir con este pequeño le prometió que anotaría un gol ese mismo fin de semana y que se lo dedicaría a el.
Efectivamente, ese fin de semana, Tita anotó el único gol del encuentro con el que le bastó a la franja para ganar. Yo ya conocía el marcador y que lo había anotado Tita y lo admiré mucho en ese momento por cumplir su promesa. Mi sorpresa fue mayor cuando aproximadamente a las tres de la tarde de ese domingo por el área de Urgencias se presentó nuestro amigo Tita, vistiendo traje impecable (muy a doc con ocasiones importantes), con la camiseta en su mano y con la sonrisa amable que le caracterizaba pidió pasar al área de Hospitalización a visitar a su amigo enfermo, para entregarle la camiseta con la que había anotado el gol.
No hubo prensa, ni periodistas, ni las cámaras fotográficas ni de televisión con las que suele inflarse el ego. Así, en la discreción de esa tarde, Tita nos dejó conocer a quienes trabajábamos en el Hospital para el niño poblano, no solo al hombre goleador y profesional, sino también al gran ser humano que no olvida a quien debe su labor.
Sin duda una lección de humanismo y humildad que hacen que un profesional, aun en la victoria, no olvide la esencia de su labor, a quienes se debe y a quién dedica sus éxitos, conservando la firmeza de espíritu y las nobles actitudes que sin pretenderlo lo enaltecen.

Prudencia y humildad: Mi Maestra Alice siempre me dijo que son dos las tareas que debemos trabajar toda la vida…